Un día en contemplación, la mente dijo: ¿qué nos pasa? ¿por qué no somos siempre felices? ¿dónde están las respuestas? ¿cómo abordar el dilema humano? ¿me he vuelto loco? ¿o el mundo es el que se ha vuelto loco?
Parece que la solución a cualquier problema solo trae un breve alivio, puesto que es la base del problema siguiente.
¿Es la mente humana una jaula desesperante? ¿está todo el mundo confundido? ¿sabe Dios lo que está haciendo? ¿ha muerto Dios? La mente siguió parloteando, ¿alguien tiene el secreto?
No te preocupes, todo el mundo está desesperado, parece que para algunos está bien. No puedo ver el porqué de todo ese alboroto, la vida me parece sencilla. Tienen tanto miedo, que ni siquiera pueden verlo.
Y ¿qué pasa con los expertos? Su confusión es más sofisticada, envuelta en una jerga impresionante y en elaborados constructos mentales, tienen sistemas de creencias predeterminados dentro de los cuales, intentan aplastarnos, parece que funciona por un tiempo y luego vemos al estado original.
Antes, solíamos contar con las instituciones sociales pero, pasado este momento, ya nadie confía en ellas, ahora hay más organismos de control que instituciones, los hospitales son controlados por múltiples agencias, nadie tiene tiempo para los pacientes que se pierden en la confusión; miremos los pasillos, no hay médicos ni enfermeras, se encuentran en las oficinas haciendo el papeleo; toda esa escena está deshumanizada.
Bueno, dices, tiene que haber algún experto que tenga una respuesta. Cuando tienes molestias, vas al médico o al psiquiatra, a un analista, a un trabajador social, a un astrólogo, te haces de una religión, entiendes la filosofía, vas a seminarios de entrenamiento, o te das un empujoncito con las EFT, equilibras tus chakras, pruebas la reflexología, acudes a la acupuntura de la oreja, o la iridología, a la sanación por las luces y cristales; meditas, cantas un mantra, tomas té verde, pruebas con las Pentecostales, aspiras fuego, hablas lenguas, consigues centrarte, aprende PNL, trabajas las visualizaciones, estudias psicología, te unes a un grupo Junguiano; pruebas lo psicodélico, la lectura psíquica, corres, haces aerobics, te interesas por la nutrición, te cuelgas boca abajo, llevas joyas psíquicas, consigues mayos visión, bio-feedback, terapia Gestalt; visitas al homeópata, al quiropráctico, al neurópata, pruebas la kinesiología, descubres tu eneagrama, equilibras tus meridianos, te unes a un grupo de elevación de consciencia, tomas tranquilizantes… Consigues algunos chutes de hormonas, pruebas las sales de las células, equilibras tus minerales, ruegas, suplicas e imploras; aprendes la proyección astral, te haces vegetariano, comes solamente repollo… Pruebas la macrobiótica, lo orgánico, no comes OGM… Te reúnes con curanderos nativos, concursas entre los nativos, la moxicombustión, el shiatsu, la acupresión, el feng shui… Vas a la India. Encuentras un nuevo gurú, te quitas la ropa, nadas en el Ganges, miras fijamente al sol, te afeitas la cabeza, comes con los dedos, te vuelves realmente sucio y te duchas con agua fría… Cantas cantos tribales, revives vidas pasadas, pruebas la regresión hipnótica, practicas el grito primal, golpeas las almohadas, haces técnica Fendelkrais, te unes a un grupo de terapia matrimonial, vas a la iglesia de la unidad, escribes afirmaciones, despliegas tu visión sobre el mural, pruebas el renacimiento, haces el I Ching, tiras las cartas del Tarot, estudias Zen, haces más cursos y haces más cursos y haces más talleres… Lees montones de libros, haces el análisis transaccional, recibes clases de yoga, entras en el ocultismo, estudias Maja, trabajas con el Kajuna, haces un viaje chamánico, te sientas debajo de una pirámide, lees a Nostradamus… Te preparas para lo peor… Vas a un retiro, ayunas, tomas aminoácidos, consigues un generador de iones negativos, te unes a una escuela de misterios, aprendes el apretón de manos secreto, pruebas la tonificación, pruebas la terapia del color, pruebas las cintas subliminales, tomas encimas cerebrales, antidepresivos, remedios florales, vas a balnearios de la salud, cocinas con ingredientes exóticos, buscas extrañas rarezas fermentadas… Vas al Tibet. Vas a la casa de los hombres santos, juntas las manos en un ciclo y te mareas, renuncias al sexo y además a ir al cine, vistes túnicas amarillas y al final te unes a una secta… Pruebas infinidad de variables de psicoterapias, tomas medicamentos milagrosos, te suscribes a un montón de entrevistas pruebas la dieta Piticrin, comes solo pomelo, te leen la palma de la mano… Piensas como los de la nueva era, mejorar la ecología, salvar al planeta, te leen el aura, llevas un cristal, obtienes una interpretación astrológica, visitas a un médium, vas a terapia sexual, pruebas el sexo tántrico, recibes la bendición de algún baba, te unes a un grupo de anónimos… Viajas a Lourdes. Te sumerges en aguas termales, te unes al movimiento de Arica, usas sandalias terapéuticas, te enclaustras, inspiras prana, exhalas la rancia, pruebas la acupuntura con aguja de oro, le echas un vistazo a la vesícula biliar de alguna serpiente, intentas la respiración de los chakras, te limpian el aura, meditas en la pirámide de Keops.
Ustedes, que han intentado todo esto, ¿qué dicen?
¡Oh, humanidad! Es una criatura maravillosa, trágico cómica y, sin embargo, tan noble, tanto coraje para seguir buscando, ¿Qué nos impulsa a seguir buscando un terapeuta? ¿el sufrimiento?, la esperanza? Por supuesto, hay algo más que todo eso, intuitivamente sabemos que en algún lugar hay una respuesta definitiva, tropezamos en caminos oscuros, en callejones sin salida, somos explotados y llevados, estamos desilusionados y hartos y seguimos intentándolo. ¿Dónde está nuestro punto ciego?, ¿por qué no podemos encontrar la respuesta?
No entendemos el problema, por eso, no podemos encontrar la respuesta. Tal vez sea ultra sencilla y por eso no la podemos ver. Tal vez, la solución no esté allí afuera, tal vez, esté dentro de nosotros.
(del libro “Curación y recuperación” del Dr. David R. Hawkins)
Ama tu vida!
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