La semana pasada hablábamos de cómo nos identificamos con el cuerpo o la personalidad, en lugar de identificarnos con quien realmente somos, el SER.
Los seres humanos, en su mayoría, se pasan la vida pidiendo a Dios que los ayude a resolver sus problemas, muchos, incluso, se enojan porque no reciben esa ayuda y lo que obtienen son más y más trabas en su camino. Pero nadie se detiene a ver el porqué de lo que sucede, siguen y siguen como robots chocándose con todo lo que hay en su camino.
En un video reciente hablábamos de esto.
Siempre digo: “todo el mundo sabe cómo andar en bicicleta, pero no todos se pueden subir a la bicicleta y andar”. Saber, tener conocimiento de algo, no es lo mismo que experimentarlo; y hasta que no se experimente, no se tiene la conciencia de que eso es así. ¿Te estás contradiciendo? Porque si somos el SER significa que ya lo estas experimentando… NO. El ser humano está compuesto por una triada, alma (que es la parte del SER encarnada, lo que decimos habitualmente “la chispa Divina”), ego (que es tu personalidad, todo tu conjunto de creencias, hábitos y pensamientos) y cuerpo. Uno sin el otro, en esta experiencia física de tercera dimensión, no pueden existir.
Normalmente nos identificamos con el yo, con el ego, que es la personalidad que utilizamos, Marcos Perez, carpintero de tantos años de edad de madre xxx y padre xxx que tiene 2 hermanos, bohemio y amante del buen vino, las lindas mujeres y los placeres de la vida. Ese es el ego, no eres tú y vamos a un caso práctico que lo explica perfectamente, que lo tomé del libro “el poder del ahora”; dice su autor: “… llegó un momento donde ni yo mismo me aguantaba”; esto nos ha pasado a todos en algún momento de nuestras vidas. Ahora pensemos. Si ni yo mismo me aguanto significa que, dentro de mí, hay por lo menos 2 entidades, una que es la que está mal y otra que es la que se está dando cuenta de que está mal; evidentemente, la que está mal es el ego, pero y la otra ¿Quién es?
Nuestro SER siempre está, todo el tiempo, si él nos abandonara, estaríamos muertos literalmente.
Pero nosotros vivimos en el ego y el cuerpo, como si la otra parte no existiera, simplemente porque no nos damos cuenta que está en nosotros.
Pero, ¿cómo hacemos para sentir que está en nosotros?, porque si es así, tiene que haber una manera de sentirlo. Y sí, la hay, pero requiere de voluntad y trabajo personal, porque el motivo de que no lo sentimos es nuestro ego. Muchas personas cuando se dan cuenta de esto, luchan contra su ego en una batalla encarnizada que nunca los conducirá a ningún lado, porque el ego es parte de la triada del ser humano y no puedes destruirlo, ni apartarlo, ni dormirlo. El ego es tu personalidad, un conjunto de todas tus creencias y experiencias pasadas que formaron en ti, hábitos de comportamiento que hacen que hoy seas la persona que eres. La forma de solucionar esto es cambiando las creencias erróneas y limitantes que tenemos, eliminando miedos y otros sentimientos destructivos y que todos provienen de estas falsas creencias. Y tenemos millones encima, provenientes del colectivo, la TV, la radio, la escuela, la familia, la religión, la sociedad y la ignorancia.
Para cambiar nuestras falsas creencias, lo primero que tenemos que hacer es identificarlas. Identificarlas lleva un proceso, porque la falsa creencia siempre está escondida detrás de un montón de excusas. Vamos a poner un ejemplo para entender cuál es el mecanismo y luego ustedes lo aplican a cada problema o conflicto que tienen para ir encontrando esas creencias falsas. Tomemos un ejemplo muy común, “no tengo dinero”.
A solas, sin teléfono ni nadie que te moleste, toma papeles y lápiz y comienza escribiendo y preguntándote: ¿por qué no tengo dinero? Escribe la respuesta que te venga a la mente, no la analices, solo escríbela y de ahí en adelante, a cada respuesta le preguntas ¿pero, por qué?; hagamos el ejemplo…
¿por qué no tengo dinero?
Porque soy un fracasado, ¿pero por qué?
Porque no hago nada bien, ¿pero por qué?
Porque no se hacer nada, ¿pero por qué?
Porque no fui a la escuela, ¿pero por qué?
Porque mis padres no me mandaron, ¿pero por qué?
Porque no tenían dinero para enviarme a la escuela, ¿pero por qué?
Porque el dinero era para los ricos, no para los trabajadores.
Ahí está la falsa creencia. Cuando llegues a ella, te vas a dar cuenta porque ya no podrás responderte a la pregunta. El solo hecho de haber identificado la creencia, ya comienza a perder poder sobre ti, primero porque ya sabes que la tienes y segundo, porque también sabes que es falsa.
De la misma manera puedes identificar los miedos.
Otro trabajo que debes hacer es el del perdón. El rencor, el odio, el resentimiento, son murallas que nos impiden conectar con nuestro propio SER, debes perdonar y pedir perdón, porque la culpa es igual de destructiva. No hace falta que vayas hasta la persona y le pidas perdón, a lo mejor, hasta ni puedes hacer eso, solo hace falta que a solas, tomes un papel, y escribas una carta a la persona, concentrándote totalmente en ella, y describas exactamente que te llevo a hacer lo que hiciste que produjo el daño, por qué lo hiciste, el hecho de que lo hiciste sin darte cuenta y todas las explicaciones necesarias, sintiendo el arrepentimiento; termina la carta escribiendo que lo sientes mucho, que amas a esa persona y agradécele por su perdón y que comprendes que la relación tal vez, tenga que terminar porque así es lo mejor para los dos. Esto va a ayudar a sacar todos los sentimientos de culpa dentro tuyo y luego te sentirás mejor.
Utiliza el mismo método para las personas que te hicieron daño a ti. Explica en la carta el por qué te enojaste, que te dolió, como te sentiste, que te molesto de las actitudes del otro. Escribe todo, absolutamente todo, no guardes nada dentro tuyo, esto es solo para vos, nadie lo va a ver nunca porque luego lo quemarás, así que exprésate con toda tranquilidad. Mientras escribes, lee y relee una y otra vez para asegurarte de que no te olvidas nada. Una vez que termines de escribir todos tus sentimientos respecto del problema y de la persona, notarás que te sentirás mejor, ahora escribe el perdón.
Toma la carta, ya sea la de perdón o la de culpa, ve a un lugar seguro y quémala; mientras la quemas, escucha el ruido del fuego quemando todos esos sentimientos, quemando todo el problema, quemando todo rencor, todo odio, todo resentimiento. Es importante que busques un lugar donde estés totalmente solo, para que puedas expresar todo y que no te contengas de nada, si quieres gritar, gritas, si necesitas llorar, llora todo lo necesario; las heridas emocionales o la culpa son emociones y toda emoción es una manifestación del cuerpo, por lo tanto, es importante que le permitas a tu cuerpo que se manifieste liberando todos esos sentimientos. Liberando el cuerpo, liberas también la mente y liberando la mente logras la sanación de esas heridas emocionales.
Antes dijimos, voluntad y trabajo personal; pues sí, si quieres ser feliz, sanar tu mente, sanar tu cuerpo, tienes que trabajar en vos y nadie lo puede hacer por vos, es algo muy personal. Las terapias complementarias te pueden ayudar, de hecho, los 21 días después de hacer cada nivel de reiki, te remueven todo y sanan muchas cosas, pero este método es mucho más efectivo, porque mientras lo haces, te vuelves consiente de ti mismo, te conoces y eso te lleva a conectar.
Lo único que nos separa de nosotros mismos son todas las falsas creencias que hay en nuestra mente.
¡Haz lo que tienes que hacer!
Ama tu vida